sábado, 30 de julio de 2011

Hilando en el tiempo.

Hola blogueras-os:
Hilame una historia hilandera, hablame de ti, de tus comienzos, cuando el hombre no había conocido la piel, ni el sentido del vestir.
Cuentame querida amiga, como aprendió el hombre a tejer. Cuentan, que fueron las fibras de hierbas las primeras en sentir, que algo cambiaba para aquella extinta sociedad allá por la época de la edad de piedra.
Y aun faltaba mucho por construir, por hacer y entender. Dime querida amiga, si el tiempo a borrado el recuerdo de tu memoria. Si recuerdas aquellos pueblos, donde todavía la lana de oveja no se había convertido en la aliada del hombre ante las inclemencias del tiempo. Si es verdad, que el hombre aprendió a tejer antes de hilar.
Hablan aquellos que saben, que en Egipto e India, el arte de hilar se hacia girando un palo como si fuera un trompo, se dejaba caer, se estiraba y torcía. Le llamaban suspendido y fue una técnica muy común en aquellos días, donde la mecánica negaba su paso por la humanidad, convirtiendo esta tarea de construir telas, en un arte difícil y dedicación extrema.
Pero un día llego la rueca, para el alivio de aquellas mujeres que debían construir finas hebras. Mecanismo simple en estos días querida amiga, compuesto de una bando o correa, donde se hacia pasar la hebra de la rueca, al huso. Convirtiendo un material sin vida, en algo que podía servir para el disfrute humano.
Tus recuerdos me hablan de la india como primer país en usarlo, llegando con el tiempo a Europa. Donde a mediados del siglo VIII, se convertiría en el principal negocio en Inglaterra. Negocio que prosperaría gracias al ingenio de personas, que con mayor o menor fortuna, intentaron mejorar aquel rudimentario aparato. Un ejemplo de ello es Hargreaves, el cual construyo un torno para hilar mas de una hilaza, pero el hilo salia muy grueso y tosco, nada practico para la confección.
Arkwright, ideo y patento una maquinaria que hilaba a la vez varias hilazas, y salían hermosas y fuertes. Pero fue Samuel Crompton, quien creara la mula de hilar perfecta por así decirlo, tal y como la conocemos hoy en día.
La historia te recuerda hilandera amiga, como uno de los pasos evolutivos del hombre hacia su civilización, haciéndote participe de historias, mitos y leyendas. Recorriendo hilada a hilada, momentos de gloria, prosperidad y riquezas, al igual que de vacío y soledad. Como imaginar a aquellas mujeres de pensamientos errantes, hilando al calor de un brasero con la soledad como única compañía, a la cual se le negaba la lectura y el intelecto, ya que nacían para servir a los hombre y a la rueca.
O verte aliada  a la diosa fortuna construyendo el destino humano.
Si amiga, el destino humano. Aun recuerdo cuando era niña, aquellas historias de mi abuela al abrigo de su rueca . Historias que aliviaban sus largas horas de fino hilar, donde me hablaba de ti como la diosa de la vida, la mujer sin nombre, de rostro hermoso y pensamiento frío. Encargada de hilar como castigo el aliento de vida humana, a veces con mayor o menor paciencia, día a día, hora a hora, entregando al rey de los cielos el destino de los hombres, y convirtiéndote en la perfecta constructora y destructora de todo aquello que nos rodea.
Mis respetos querida amiga, mis respetos y mi admiración. Pero también mi descontento por a veces cortar los hilos buenos, con soberbia ironia. Dejando los mas malos de tu madeja, sin entender porque,  convertidos en monstruos que amargan a la humanidad.
Un abrazo.
La aguja dorada.

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