miércoles, 8 de junio de 2011

La fina capa que protege la piel.

Hola blogueras-os:
El verano se ha instalado en nuestras vidas, deseoso de invitarnos a disfrutar del calor, la arena y las cristalinas aguas del mar, además de los magníficos rayos solares que tanto gustan en estos días. Ya que gracias a él logramos encontrar ese color tan especial, con el cual nos sentimos radiantes de felicidad.
Pero tanto sol puede afectar nuestra dermis y provocarnos graves lesiones en la piel. Por tal razón, las autoridades sanitarias, nos piden que hagamos uso de la protección solar en cada visita a la playa y en nuestro día a día.
Quizás porque la practica de tomar el sol hasta alcanzar  el bronceado perfecto, no es una tradición milenaria, sino de una época bastante cercana a estos tiempos, no tenemos guardada en nuestra memoria genética el evitar los rayos U.V.A. Ya que  la moda de exponernos al sol viene generada, gracias al avance principalmente de la industria del ferrocarril y la automoción. Puesto que las personas del interior no tenían ruta de acceso a los lugares marinos, y les era imposible degustar un baño a la orilla de la playa.
Otro aporte a esta practica ya extendida en  el mundo entero, fue la liberación de los asfixiantes  trajes de baños, a los cuales se les fue quitando de manera progresiva centímetros y centímetros de tela. Dejando la piel al descubierto, generando así la necesidad de buscar eliminar el blanquinoso color de los meses mas fríos del año.
 Pero el protector solar no nacería de la necesidad de buscar el imaginativo color de la felicidad veraniega, sino como protección para aquellos soldados que luchaban en lugares de climatología extrema, como África o Filipinas. Principalmente para los trabajadores de portaaviones, o que estuviesen en contacto directo con el mar.
Siendo el aceite de parafina rojo, la formula mas precisa encontrada por el gobierno americano para esta función. Se trataba de un subproducto inerte del petróleo, el cual no era mas que el residuo que quedaba de la extracción de gasolina y otros refinados. Siendo su color rojo un escudo natural a los rayos U.V.A.

Uno de los  creadores de esta genial formula, fue el doctor Benjamin Green, el cual después de terminada la guerra, decidió desarrollar una loción aromatizada con esencia de jazmín, de color blanco y textura cremosa para abastecer, o conquistar un mercado totalmente virgen. Generando así, una fiebre en toda América por lograr el tan ansiado bronceado. Y convirtiendo su Coppertone, en un producto referente.
Moda que se ha convertido en costumbre obligada en los meses de mas calor. Pero no seria el doctor Benjamin, quien fuera reconocido como el padre del bronceador, ya que el señor Eugene Schuller creo el primer bronceador en 1935, al cual bautizaria con el nombre de Ambre Solaire. Tal producto, se presentaba en una botella de color ámbar, y estaba en un principio dirigido  a los veraneantes de la Riviera francesa, con un slogan que prometía broncear cinco veces mas rápido y sin quemaduras.
Generando un consumo progresivo, que ya en los años 50, se convertiría en un boom comercial, gracias a las  míticas pin ups, las cuales se convirtieron en el marketing perfecto. Ya que disfrutaban como nadie del sol, luciendo una piel morena envidiable, y promocionando  el uso de protección ante los rayos solares.
Conciencia social, que obligo a los fabricantes, a crear distintos tipos de factores, ya que el mercado era cada vez mas creciente. Un ejemplo de ello, son las cremas con protección  3, 4, 5 y 6, creadas en los años 70, y que hoy en día se han visto enriquecidas con nuevas y mejoradas formulas.
Que nos brindan la tranquilidad del disfrute veraniego, sin temor a la exposición solar y sus consecuencias. Además, también han dado la oportunidad a otras muchas personas, que no pueden en estas fechas disfrutar de manera distendida de playa y arena, la posibilidad de crear la ilusión de color a través de cremas bronceadoras, las cuales sustituyen las horas de  calor intenso. Dando así la oportunidad de compartir la satisfacción, de gozar del verano, aunque sea de manera artificial.
Un abrazo.
La aguja dorada.

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