viernes, 8 de abril de 2011

Costuras en el tiempo.

Hola blogueras-os:
Corría el año 1850 en la américa de los sueños e imigrantes, cuando Isaac Singer, cruzó el umbral de la tienda de Orson C.Phelps. Con la única idea de comercializar su nuevo invento, la máquina de taladrar madera y metal. El poder de observación de este joven neoyorquino de 38 años, nacido en el seno de una familia pudiente de la época, y la pronta separación de sus padres, obligandolo a abandonar un mundo de lujo y tranquilidad, por una vida de trabajos tempranos y mal pagados, hizo de él un joven perspicaz. El cual su única ilusión era actuar, cambiando así su realidad presente por un mundo de fantasías. Desperto en Phelps la necesidad, de que este joven neoyorquino valorase la fabricación de un artilugio para coser.
Singer determinó que para su correcto funcionamiento, sería más factible que el lanzador se moviera en linea recta y la aguja fuera recta, generando así una puntada efectiva. Su práctica idea del funcionamiento de la máquina, hizo que se ganase la patente de mejora el 12 de agosto de 1851.
Llevándose así la gloria de muchos otros, que tiempos atrás, intentaron sin éxito este propósito. Por tal razón, para poder explicar el nacimiento de la costura mecánica, debemos alejarnos de las patente y rebuscar en el tiempo.
El germano Charles Weisnthal, diseñó una aguja que se podía utilizar en la costura mecanizada, no siendo nunca considerada una máquina de coser. Pero podríamos decir, que fué un intento tímido de lo que 34 años después creó Eghishman Thomas Saint, el cual solo patentó la idea. Idea descartada por sus más aferrimos detractores, los cuales no creyeron que la llegara a construir. Su invento se intentó reproducir, no lograndose con los bocetos originales, necesitandose grandes variaciones o modificaciones en el mismo.
La batalla por la mecanización de la costura y su gloria estaba servida. Se describe la invención en Alemania, de una máquina para coser gorras en el año 1810, de la mano de Balthasar Krems, aunque realmente no se tiene muchos datos de este invento. Sí de que el señor Josef Madersperger, austriaco de nacimiento, produjo una serie de máquinas durante los comienzos del XIX, las cuales patentó en 1814, con la ayuda del gobierno de su país. Aunque no consiguió el correcto funcionamiento de la misma, falleciendo en la más absoluta miseria, intentando hacer realidad su sueño.

El deseo de mecanización de la costura, seguía siendo un enigma para aquellos que sin éxito intentaban realizarlo, siguiendo la sociedad de sastres con una fabricación manufacturada. Situación que intentó cambiar de manera radical Barthelemy Thimonnier, quien consigio que el gobierno francés de 1830 le concediera una patente para su máquina de bordar, la cual con el tiempo le dió la seguridad de que podía coser.
Las autoridades de la época, vieron en su máquina de coser elaborada en madera, el punto y final a años de intentos fallidos. Dándole la posibilidad de construirla en serie, con el fin de coser los uniformes del ejército galo.
Diez años después, su taller constaba de 80 máquinas en funcionamiento, lo que produjo la ira de la comunidad de sastres parisinos. Provocando que una noche, estos exaltados costureros, se introdujeran en su fábrica destrozando las máquinas, y haciendo sentir a Thimonnier que temiese por su vida.
El ingenioso inventor, intentó de nuevo sacar adelante su taller, asociándose con un nuevo compañero en Inglaterra, donde se asentó después del brutal acoso por parte de miembros de su gremio.
Su nueva visión de la costura, lo llevó al intento de comercializar su máquina, logrando su objetivo y creando la primera fábrica de ropa. Ironías de la vida, el hombre que lograría un revolucionario sistema  de la costura y su elaboración, terminaría años después, concretamente en 1857, en la más absolutas de las miserias. Falleciendo en una casa de acogida de personas pobres.
Podriamos decir que fue él, quién verdaderamente tuvo el ingenio necesario, para desarrollar un artilugio que facilitó la costura, y con ella las cambiantes tendencias y modas. Siendo retocada por otros grandes inventores, que no satisfechos con el resultado, lograron mejorar su invento. Como el estadounidense Walter Hunt, quién diseñaría la puntada mediante dos carretes de hilos, incorporando la aguja con orificios.
Siendo la atenta mirada del joven Singer, quién diera carpetazo a años de encuentros y desencuentro entre la idea y la realidad.
Un abrazo.
La aguja dorada.

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