martes, 5 de abril de 2011

El arte de hablar sin las palabras.

Hola blogueras-os:
No lo niego soy, una romántica . Soñadora amante de tiempos extintos, lejanos, llenos de fantasías y leyendas, donde el sentir y la ilusión primaban aun por encima de las guerras por el dominio y la riqueza.
Lírica ilusión la mía, como cual soñadora adolescente, dedico parte de ratos libre a soñar con palacios y jardines envueltos en perfumes de azahar. Acompañados de mariposa y trinar silvestre, de cuantos pájaros se alimentan de su néctar.
Plasmando todo ese torrente de fantasía en mis trabajos a punto de cruz o en la customización de prendas, dejando reservado parte de ese sueño mágico de países perdidos e historias narradas.
Tardes de fantasía, donde juego con mi imaginación a estar presente como espectadora ocasional de bailes y banquetes. Donde la sociedad se engalana para una noche estrellada, donde brillan los trajes, las luces y el arte de enamorar sin palabras. Observo a las damas en el salón, van acompañadas de lo mejor de si, sus joyas y vestuarios son fantásticos, hecho a medida, dejando inerte el cruel deseo de criticar. Y muy cerca sus hermosos abanicos, con los que desarrollan sus conversaciones lejanas con cual galán e hidalgo cruce por el fastuoso salón.
Nos observan, dice una joven de ojos vivos moviendo su abanico con la mano izquierda. Mágico lenguaje para advertir  a su joven enamorado de que no están solos, me seduce la idea y sigo mirando, cuando veo su agitar de manos y el levantar de un flequillo por la brisa de su acompañante abanico, recordándole que piensa en él, que no lo olvida.
Asombrada observo algo único, un ritual hermosos y complejo a la vez . El joven impacienta y eso hace que su  dama se sonroje. Quizás le seduce la idea de ver el palpitar de las mejillas de su galán, sombreadas de un rojizo hechizante, cuando de repente lanza otro fugaz mensaje. Abre su abanico y lo desliza con suavidad por sus ojos, diciéndole lo siento. El joven sonríe, ella agacha la mirada. Se sienten seguros, pero son conscientes de que hay mas personas en el majestuoso salón.
Busco con la mirada mas de este lenguaje único y seductor, me siento observadora especial de una era perdida. Cuando diviso la angustia de un mozalbete, recién salido de su niñez, ¿que pasa? me pregunto.
Giro mi vista y encuentro el motivo de tal angustia. Una dama treinta añera, morena  de ojos verdes como esmeralda lo ha rechazado, su abanicar despacio le ha indicado que esta casada. Razón por la cual, el ingenuo mozalbete, se le ha llenado la imaginacion de tentaciones oscuras que son despejadas de manera fulminante.
Eres feo, no me gustas, le reprocha la dama al observar su mirada maliciosas, poniendo su abanico delante de su rostro como si le molestara un sol imaginario.
No lo niego, se me escapa una sonrisa. Aprovecho que nadie me ve y río a gusto, es divertido rechazar a alguien así. ¿Por que se a perdido esta forma de galantear?,  me pregunto a la vez que busco a los hechizados jóvenes que suspiran por un beso.Me seduce la idea de que lo hagan, presiento que ella escapara de sus acompañantes e ira a su encuentro, los miro tan cerca y a la vez tan lejos .
La dama se levanta de su asiento, va a empezar el baile . El joven seductor se acerca y con respeto, pide la venia a la dama que acompaña a la joven , la mujer acepta y comienzan a danzar. Es mágico, flotan las ganas y el deseo, que solo la ilusión provoca. La joven sonríe, el la acompaña en la sonrisa. Ella en un atrevido gesto pasa su delicado y hermoso abanico a medio abrir por sus labios. El beso es inminente, se funden en uno solo, rompiendo con el protocolo y la hipocresía social, haciendo valer el amor y la libertad para amar.
Que hermosa visión de lo atrevido y bello, me digo. Es divino amar y ser amado, romper con todo y con todos, sin pensar en el tal vez o el quizás.
Fantasía en prosa que pronto vera su reflejo dibujado en un tapate. Historia única de un sueño propio a la luz de un atardecer, en un país lejano que solo en mi mente existió.
Un abrazo.
La aguja dorada.

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