jueves, 21 de abril de 2011

El renacer de las flores.

Hola blogueras-os:
Nuestro mundo destaca por momentos fantásticos de irrefutable magia y adoración. Vivimos en un planeta hermoso lleno de vida, donde podemos observar y admirar desde los más pequeños detalles hasta el pico mas alto de una montaña.
Cada estación es única, distinta. Nos renueva por dentro de una energía cósmica, capaz de hacernos sentir sensaciones diferentes, gozo que desde los propios comienzos humanos el hombre ha ido experimentando.
La primavera es quizás, la estación más esperada por todos. Renace  la flor de cerezo, los almendros inspiran al más melancólico poeta, dando vida a la vida, generando la sensación de adorar tanta belleza a través de rituales y ceremonias.
Los egipcios amaban la naturaleza y así se lo hacían ver, demostrando a través de rituales su agradecimiento. Solían festejar el vencimiento de las tinieblas en el mes de Parmethi, el cual seria marzo en nuestro calendario, adorando en este mes a la diosas Isis, madre de la fertilidad.
Vistiéndose de blanco e impregnando su cuerpo de olorosos perfumes, acudían a los templos donde se sentaban cerca de la puerta, encendiendo hogueras y bebiendo a la vez que quemaban incienso.
No era sencillo conciliar el sueño cuando se adoraba a la diosa Isis, ya que tenían fe ciega en que era en la noche, cuando la diosa circulaba por los tejados del santuario y derramaba sobre ellos su mágica bendición.
Y es que el resurgir de los marchitos campos en la antiguedad, donde no existía otro tipo de ciencia agrícola, atraía al hombre a adorar lo místico.
Roma, grande por la extensión de su imperio, también celebraba su fiesta de primavera en honor a su diosa Ceres, la cual era la encargada de la fecundidad y la agricultura. También festejaban el regreso de Proserpina  a los brazos de su madre, la cual feliz, hacia florecer los campos dándole al romano una cosecha abundante.
Los romanos iniciaban su festividad el 12 de abril en el templo de Ceres, y daban fin el 19 de abril con un Ludi.
En otra parte del mundo, a miles de kilómetros del mundo occidental, la civilización Maya también sucumbía a la adoración de la primavera, rindiendole  pleitesía a su deidad llamada Coatlicue, entre el 14 de marzo y 2 de abril. Los Mayas meditaban, ayunaban, formaban coros, tocaban música, quemaban incienso e ingerían bebidas fermentadas o endulzadas. La festividad tenia lugar en la principal pirámide Chichén Itzá, donde uno de sus lados se iluminaba con los rayos del sol del primer día de primavera.
Siendo en la actualidad seguida esta tradición, por un millos y medio de mexicanos, los cuales reciben cada año esta estación en distintos lugares arqueológicos de valor espiritual para ellos, ya que solo pretenden alejar las malas vibraciones.
Energía divina en que el hombre, asume que es parte de la naturaleza y sus condicionantes. Los japoneses celebran Hana-mi, cuando comienzan a florecer los cerezos, acudiendo a los parques en comunión familiar a degustar comida y llenarse de la mágica alegría que inspiran estos arboles.
Ofrendan a sus antepasados, siete clases distintas de plantas para dar la bienvenida a la nueva estación. El Matsuride haru, es para ellos un sagrado legado donde el único objetivo en reunión familiar, es pedir una cosecha abundante, degustando a través de platos preparados como la sopa espesa con arroz, lo que madre naturaleza les brinda.
Y es que no hay ningún lugar en el mundo, donde el ser humano no le brinde pleitesía a nuestra madre tierra, de la cual nos tenemos que sentir más que agradecidos, ya que ella nos brinda todo lo necesario para vivir de una manera generosa y gratuita. Generosidad que la ambición humana, no ha sabido respetar con el paso de los siglos, viendo amenazada su fauna y flora, de la que poco a poco nos estamos encargando de eliminar, siendo motivo de desesperación de aquellos que aman lo bello y natural.
Siendo en el libro de la vida un borrón, que deberíamos eliminar para seguir construyendo historias de hermosa facturación como las escritas por sociedades extintas. Las cuales de manera respetuosa con la vida, con su flora y su fauna, lograron construir imperios.
Un abrazo.
La aguja dorada.


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