martes, 26 de abril de 2011

Tras las huellas del renacer de la vida.

Hola blogueras-os:
Cuentan, que ya contaron, que contaran, que existió en un rincón de la tierra, donde el hombre habitaba lejos del dominio terrenal y muy cerca de la virtud y la bondad de dios, un hermoso paraíso donde el amor se convirtió en lujuria y la traición en deseo, manzana y dolor.
Cuentan, que ya contaron, que contaran, que existía un ave de hermoso plumaje que anidaba en un rosal, haciendo mas hermosa la visión del paraíso de Adán y Eva, el único que desistió probar la fruta prohibida. Y al cual se le concedió la gracia de la inmortalidad, renaciendo de su cenizas, que fue en lo que se convirtió su belleza, por la chispa prendida de la espada del ángel, que expulso a los pecadores del jardín del Edén.
Y es que la mística virtud de la inmortalidad siempre ha acompañado al hombre. Deseo tormentoso, capaz de lograr que mentes brillantes divaguen en busca de la fantasía de existir por los siglos de los siglos. Leyendas cautivas en forma de especie con sagrado plumaje, que vive para renacer cada 500 años.
En egipto fue conocido como Bennu, conjura inseparable del rey de los reyes, el sol. El cual tenia el poder de la purificación, el fuego, el renacimiento físico, espiritual y la inmortalidad. Siendo sus lágrimas capaces de curar a cualquier mortal.
Virtud que no pasaría desapercibida para la arrogante y caprichosa vida de aquellos que todo lo poseían. El emperador Claudio, deseo tenerlo entre sus muros, haciendo que sus legionarios le trajesen del imperio egipcio a este divino ser, solo con el objetivo de exponerlo ante aquellos que viéndolo entre sus rejas hacían mas grande la divinidad del cesar.
Gran pecado el ser divino,  dijo el poeta. Y es que la virtud de renacer, es la virtud de ser esclavo de los años que vives. En Grecia fue bautizado como Phoenicoperus ( que significa alas rojas), donde su magnánima presencia sirvió de inspiración a filósofos y teólogos. También Japón, guarda su paso convirtido en leyenda e historia. Su nombre Ho-oo, su carácter divino y sus cenizas virtud, moral, casta y honor.
Para Confucio, fue una constante en sus sabias meditaciones a lo largo y ancho de su vida, dejando lecciones basadas en esta sagrada ave por donde quiera que su caminar despacio, y su mente inquieta pasaba. Recogen los textos antiguos, que allí donde no habitaba el fénix, existía la corrupción y el caos, haciendo sentir al sabio chino, la mas amarga de las desesperaciones. Y es que para él, el fénix simbolizaba el orden que inspiraba un buen emperador. Ya que a la hora de levantar el vuelo, son las demás aves las que siguen al ser inmortal, y no el ser inmortal, quien va detrás de las demás aves. Como un emperador y su corte.
Y es que lo místico, ha servido de base aleccionadora de lo real, como si de un maestro se tratase. Los eruditos, desarrollaron teorías basada en la virtud de un pájaro nacido de la necesidad de comunión entre el hombre y sus mas nobles sentimientos, haciendo mas justa la vida en cada civilizacion. Deseando que la inmortalidad fuera el precio de una vida armoniosa, llena de buenas y preciadas acciones, lejanas del  instinto depredador del que a veces, hacemos gala cuando por una loca sin razón deseamos destruir, conquistar y matar.
Convirtiéndonos en victimas de lo absurdo, hoy en nuestro mundo civilizado, damos la espalda a aquellos desprovistos de riquezas, para agasajar a los que si pueden comprar una estrella en el universo.
Quizás, porque el Fénix se convirtió en mortal y habita en una región perdida de china descansando de tanto dolor y sufrimiento, o porque ya las historias nacidas del bien común no calan en nuestra cada vez mas desatada y egoísta  locura.
La vida se ha quedado vacía  de valores, como el paraíso el día que Eva decidió morder la fruta prohibida, dando rienda suelta al renacer de lo mítico y lo bello. Lejana acción en el tiempo, que nos hace pensar en la esperanza, de vernos resurgir de nuestras propias cenizas anidadas en las huellas del pasado.
Un abrazo.
La aguja dorada.

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